De niño siempre pensé que los álbumes de fotos eran reliquias, de esas que «solo los abuelos» nos obligan a ver y escuchar la historia detrás de cada una de las imágenes pegadas en sus hojas. Jamás lo vi, como lo hago ahora, como parte de un ritual de sobrevivencia y de preservar la existencia.
Años más tarde, ya entrado en la adolescencia, descubrí, gracias a una canción, el valor oculto de aquellos álbumes, de las fotografías tan llenas de vida y de lo importante que es el hecho simple de no olvidar, sobre todo los buenos tiempos.
Un día, al llegar a casa después de una jornada larga en la secundaria, encendí el televisor justo cuando empezaba a sonar «La Ciudad de la Furia» de Soda Stereo en su versión «unplugged». Ya era fan del trío argentino pero me sorprendió la voz femenina que los acompañaba.
Aquella es, quizás, la mejor versión que he escuchado de «La Ciudad de la Furia», y no sólo por el hecho de que Cerati suena impecable en voz y, sobre todo, en guitarra; me atrajo más la forma de cantar y el look de la mujer que acompañó a Gustavo en la lírica.
Poco tiempo después supe que su nombre era Andrea Echeverri, vocalista de Aterciopelados, un grupo colombiano que desconocía completamente. De inmediato quise saber más de ellos, de sus canciones, de sus discos, pero, más que otra cosa, quería escuchar esa voz que ya me había atrapado.
Y así llegó a mis oídos una canción titulada «El Álbum» y al instante me enganché con ellos, con su forma de hacer canciones, con su discurso. Me parecía una de las bandas más originales que había escuchado y pronto se colaron en mi lista de grupos favoritos.
Los he llevado desde entonces en mis pasos, en mis largas caminatas donde «El Álbum» siempre me recuerda lo valioso que es el recuerdo, la memoria y, principalmente, el no olvidar.
Desde su irrupción en la escena, el dueto conformado por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago se ha caracterizado por ser, a su modo, transgresor, dueño de un discurso que apela por la libertad, la tolerancia, el respeto y la paz, discurso que hoy es un gusto seguir escuchándolo.
Hace tres años tuve la oportunidad de entrevistarlos y tocamos el tema de «El Álbum», canción con la que les conocí y que, por razones personales, guardo mucho en el recuerdo.
Hablamos, entre muchas otras cosas, de la importancia de siempre recurrir a la memoria, de caer en el olvido, y en casi 30 años de trayectoria, Aterciopelados, lejos de ser olvidados, cada año se tornan más importantes para la escena latinoamericana.
En mi álbum de bandas importantes están las imágenes de Andrea y Héctor, siempre a contracorriente, conscientes y valientes; una dupla que ha sabido adaptarse y reinventarse a los tiempos actuales, eso sí, sin dejar su esencia combativa.