Un verdadero tesoro musical fue del que 7,500 personas pudieron disfrutar en los adentros del Estadio Panchón Contreras con la primera edición del Festival El Dorado, envueltos en una magia musical sin precedentes en Tuxtla Gutiérrez.
Grandes exponentes de talla internacional como Panteón Rococó y The Rasmus fueron la joya de la corona de este festival hecho con el corazón, para el corazón y en el corazón del Chiapas, y por supuesto con una producción de primer nivel.
Fue a las 14:00 horas cuando la fiesta arrancó dejando pasar a miles de almas ya listas para echar a andar su lado más musical. The Shelter fue la banda encargada del banderazo con canciones tan potentes como «Fármacos», que levantaron el ya de por sí festivo ambiente que la gente iba creando. Sin duda, la agrupación se coloca como una de las propuestas emergentes más enérgicas y en ascenso dentro de la escena musical del país.
Para continuar con lo fresco y altamente propositivo llegó Astronomía Interior a cargo de Ángel Mosqueda y Jesús Báez, también integrantes de Zoé. Con su sonido electrónico envolvieron al público en un viaje único del que Tuxtla quedó impresionado. La habilidad nata para la música y su manera de hacer vibrar a través de sus beats fue algo verdaderamente único e intenso, convirtiéndose en una de las actuaciones más significativas de la jornada musical.
Más tarde, el furor melodramático de Serbia desactivó la cordura y dieron una intensa presentación sobre el escenario de El Dorado. Con éxitos como «Noches largas», «No duele llorar», «Cama», entre otros pusieron al público a cantar en un frenetismo imposible de parar. Impresionante.
Después llegó el momento de avivar con el pop rock de Allison y esa potencia que los envuelve. Erik Canales y compañía se encargaron de armar el mejor de los viajes con su setlist, que iba desde los éxitos de antaño como «Frágil» y «Aquí», hasta lo más nuevo de su repertorio dejando clara su vigencia incansable como banda y el poder de convocatoria que mantienen con el público. Lo que ofrecieron en el Festival El Dorado fue sencillamente una bomba de energía.
Y de Allison pasamos al viaje por lo eterno con Reyno. La dupla mexicana líder en el rock en español deleitó como nadie a través de canciones como «Nunca me dejes», «Ay de Ti», «Amarrado», entre otras que brillaron como diamantes en el tesoro musical al que Tuxtla dio vida. Una panorámica de lujo fue lo que ofrecieron con un repertorio de calidad.
Luego llegó el momento de que Chiapas presenciara uno de los regresos a la música más esperados: Los Bunkers. Luego de que la agrupación chilena volviera de su descanso para avivar los corazones de sus seguidores, ahora Tuxtla tuvo la fortuna de ser testigo de ese furor en vivo y en directo presenciando un show enérgico y altamente rockero.
Y si de intensidad hablamos, la que se vivió con The Rasmus fue cosa de otro mundo. La banda finlandesa viajó para hacer del escenario de El Dorado un epicentro cargadisimo de ímpetu. Fuego, guitarras al máximo nivel, y gritos ensordecedores envueltos en emoción fue lo que ofrecieron a través de hits que marcaron generaciones como «In the Shadows» y «Guilty». Ver a Lauri Ylönen en escena sacando lo mejor de sí recarga de energía a cualquiera. ¡Qué show!
Como ases del ska con toda la extensión de la palabra, Panteón Rococó llegó para recibir la madrugada al ritmo de joyas como «La dosis perfecta», «Vendedora de caricias», «La carencia», entre muchas más que hacían vibrar como nadie el escenario ante los saltos eufóricos que solo una dosis de buen ska nos puede regalar. La agrupación que ha dejado huella a lo largo de los años dio a El Dorado una de las presentaciones más épicas con un séquito de personas bailando al ritmo de su música.
Para cerrar con broche de oro Nash puso los toques urbanos perfectos que engalanaron la velada al ritmo de contagiosos temas capaces de hacer bailar a cualquiera. El joven músico hizo del fin toda una fiesta mientras de soundtrack se podía disfrutar de un ritmo movido y latino altamente vivaz. ¡Gran noche!
Fue así como, ante 7,500 almas, el Festival El Dorado encapsuló la magia en un mismo lugar para quedarse grabado con tinta dorada la memoria de Tuxtla Gutiérrez en esta primera edición.