Tras una serie de lanzamientos durante este 2024, Hippo Campus finalmente presentó su cuarto álbum de estudio «Flood» el pasado 20 de septiembre a través de Psychic Hotline como renacimiento del cuarteto.
Hippo Campus han hablado el mismo lenguaje musical y emocional desde que eran niños, todo ello mientras superaban los mil millones de streams, llenaban recintos históricos, encabezaban festivales e intentaban navegar entre el éxito y el síndrome del impostor a través de hits irresistibles y llenos de gancho que dividen la diferencia entre lo sofisticado y lo satisfactorio.
El cantante Jake Luppen, el guitarrista Nathan Stocker, el baterista Whistler Allen y el bajista Zach Sutton aprendieron a crecer dejándose llevar, así que después de proponerse crear su LP más profundo hasta la fecha —escribiendo más de 100 canciones, poniéndose sobrios, manteniendo una rutina regular de terapia de grupo, y luego dándose cuenta de que en realidad no les gustaba lo que estaban haciendo— desecharon cinco años de trabajo, abandonaron todas las ideas preconcebidas, empezaron de nuevo y volcaron sus sentimientos más desprotegidos en temas como «Forget It.»
Grabado en sólo 10 días en el Sonic Ranch de la frontera de Texas, y producido por Caleb Wright (Charly Bliss, Samia) y Brad Cook (Bon Iver, Waxahatchee), Flood muestra cómo cuatro personas conectadas tan estrechamente durante tanto tiempo pueden evolucionar como individuos, preservando al mismo tiempo el vínculo que hace tan especial lo que hacen juntos.
Amplificadas por el latigazo de la edad adulta, las 13 canciones del álbum forman un mapa de lo que es experimentarlo todo a la vez: la muerte y el abatimiento, la adicción y la ansiedad, los sueños y las pesadillas, la autocrítica y el autoperdón, el empoderamiento y la falta de expectativas, las relaciones fracasadas y las nuevas que durarán toda la vida.
Todo ello se traduce en melodías y arreglos que combinan la vulnerabilidad con la urgencia, y las preguntas existenciales con una propulsión sin fin. El mantra en el estudio fue el impulso hacia adelante, sin segundas intenciones ni escuchas retrospectivas, incluso cuando letras reveladoras como «Forget It» rememoran un amor perdido y encontrado, y la epifanía de que lo que sucedió en un momento durará para siempre.