Iron Maiden convirtió anoche el Estadi Olímpic en un gigantesco liceo operístico con más de 50.000 roqueros. El Legacy of the Beast Tour es un pack wagneriano al completo: libreto, composición y puesta en escena abrumadores. Llegaron los británicos con un año de retraso por la pandemia y había hambre entre el público y en el escenario. Músicos y fans devoraron la noche.
Iron Maiden Harris, Dickinson y el resto conjugan su talento en tiempo presente. Por eso, el primer acto se sirvió con el escenario convertido en una pagoda nipona que conectaba con su último disco. El gigante calavera Eddie, la mascota del grupo, hizo aparición vestido de samurái, con los primeros acordes de Senjutsu . De corrido siguieron Strateg o y la historia bíblica de profecía y destrucción que se cuenta en The Writing on The Wall, con el sugerente prólogo de guitarra acústica de Adrian Smith.
Pocos grupos con 47 años de historia pueden presumir de que sus seguidores conozcan las letras de sus últimos discos. Iron Maiden sí. Por eso el concierto empezó ya en lo alto. Y también porqué la banda no selecciona al fan por su bolsillo. No hubo Golden Circle en la pista. A cualquiera con ganas de estar en primera fila le bastaba con llegar antes que los demás.
La mitología nipona cedió paso a uno de los núcleos narrativos de la banda. El escenario del segundo acto mutó en una catedral gótica y Dickinson encumbró uno tras otro los clásicos de la banda. Cruces, maleficios, mitología, oscuridad. De Revelations al The Number of the beast. Con la preceptiva comunión de todos los feligreses congregados cantando al cielo de la montaña mágica Fly of the Icarus y Fear of the Dark. Punto y final con Iron Maiden,
La iconografía más clásica: Bruce Dickinson enarbolando la bandera de San Jorge para cantar The Trooper y medirse en un duelo de espadas con Eddie. Épica escocesa por la libertad con The Clansman y el genocidio indioamericano de Run Tho the Hills. Montjuïc convertido en un sangrante campo de batalla metalero.
Llegó con el punto final. El discurso más famoso de Winston Churchill –We shall fight on the beaches– se adueñó del estadio para prologar Aces Hight, mientras una réplica de un avión Spitfire MK de 1941 aparecía en escena con un público entregado a la canción que recrea la batalla de Inglaterra. Un recordatorio de guerra para aterrizar en la triste realidad del presente tras una locura de concierto. Aun así nos marchamos a casa con el Always look at the bright side on life sonando por los altavoces. La magia de la Doncella.
Thank you Barcelona! #IronMaiden #LegacyOfTheBeastWorldTour #KillerKontent pic.twitter.com/r0ox8oWwAk
— Iron Maiden (@IronMaiden) July 29, 2022
El mejor puto concierto al que he ido hasta la fecha! Y además la primers vez que los veía en directo #IronMaiden pic.twitter.com/IkaACNr9zT
— 🎮 Guenwhyvar Do'Urden⚓ (@Guenwhyvar) July 30, 2022
He visto fans de 16 a 60 años coreando al unísono, en unión íntima con unos artistas superlativos, maestros del espectáculo musical con sentimiento. #IronMaiden #LegacyOfTheBeast pic.twitter.com/e0fpwZWRe3
— Jordi Sánchez-Navarro (@jordisn) July 29, 2022
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