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La actriz y cantante anglo-francesa Jane Birkin tuvo muchas vidas -hace un suspiro, la editorial Monstruo Bicéfalo reeditó sus Diarios en castellano, al cuidado de Felipe Cabrerizo-, aunque si hubiese que quedarse con una sola de todas ellas sería sin duda su mucho más que agitada década junto al polémico y genial Serge Gainsbourg, quizás el mejor compositor del siglo XX, con el que llevó a cabo obras musicales absolutamente inmortales.

Cuando se conocieron, durante el rodaje de la película Slogan, en 1968, ella ya había dejado atrás sin saberlo toda una vida en el Swinging London, y él acababa de romper con la mismísima Brigitte Bardot. Con BB, Gainsbourg había grabado una primera versión del tórrido temazo Je t’aime moi non plus, que no vio la luz hasta 1986 por expreso deseo de la rubia luego metida a protectora de los animales. Obsesionado con esa canción inédita, Gainsbourg no dudó en grabar una segunda versión con Birkin que, como es sabido, a pesar de tratarse de un amoroso coito narrado a tiempo real, gemidos inclusive, pasó entre las redes de la censura franquista, que no la prohibió hasta unos meses de su publicación, cuando tanto la BBC como el Vaticano ya habían puesto el grito en el cielo. Los censores se habían contentado con leer la letra, y no habían pillado metáforas como «voy y vengo entre tus riñones». En la cara B del single, Birkin cantaba sobre la melodía del Preludio en E. Menor de Chopin. La canción se llamaba simplemente Jane B. Y así se la conocería.

Pero rebobinemos. Nacida en Marylebone (Londres) en 1946, hija de un recto militar y de la por el contrario actriz Judy Campbell, musa del dramaturgo Noel Coward, Jane B.prefirió seguir la vocación de la madre, estudió teatro y actuó en varias obras, entre ellas el musical Passion Flower Hotel (1965), producido por John Barry, el compositor de la saga Bond, entre otras joyas muy ‘sixties’. A pesar de que ella era prácticamente una ninfa adolescente y él le sacaba 13 años, Jane y Barry, que se habían conocido en una discoteca, se gustaron, se casaron y tuvieron una hija, Kate Barry, que devino fotógrafa y acabó quitándose la vida en 2013. No tardaron más de dos o tres años en divorciarse. Entre tanto, Jane B. ya era todo un icono del Soho: la había fotografiado David Bailey, que se quedó prendado de sus ojos almendrados, había debutado en cine con un pequeño papel de motorista en El Knack… y cómo conseguirlo (1965), coronada con la Palma de Oro en Cannes, y se había desnudado escandalosamente en la mítica Blow-Up, de Antonioni (1967), otra Palma de Oro. Todo muy Swinging London.

Pero Birkin se hartó de la capital británica y, al tener noticia de un cásting en París, no se lo pensó dos veces, y sin apenas tener idea de francés, atravesó el Canal de La Mancha, sin saber que Francia acabaría convirtiéndose en su primera patria, a pesar de que nunca perdió el acento británico.

 

A los 17 años, fue rechazada de la universidad.

A los 25 años, su madre murió a causa de una enfermedad.

A los 26 años se mudó a Portugal para enseñar inglés.

A los 27 años se casó.

Su esposo abusó de ella. A pesar de esto, nació su hija.

A los 28 años se divorció y le diagnosticaron depresión severa.

A los 29 años, era una madre soltera que vivía de la asistencia social.

A los 30 años, ella no quería estar en esta tierra.
Pero dirigió toda su pasión a hacer lo único que podía hacer mejor que nadie.
Y eso fue escribir.

A los 31 años, finalmente publicó su primer libro.

A los 35 años, había publicado 4 libros y fue nombrada Autora del Año.

A los 42 años, vendió 11 millones de copias de su nuevo libro el primer día de su lanzamiento.

Esta mujer es J.K. Rowling. ¿Recuerdas cómo consideró el suicidio a los 30 años?

Hoy, Harry Potter es una marca global con un valor de más de $15 mil millones de dólares.

No rendirse nunca. Creer en ti mismo. Se apasionado. Trabaja duro. Nunca es demasiado tarde.

Ella es J.K. Rowling