El proyecto musical Albarrán, Illescas y Siperman nace en medio de la pandemia, cuando Juan Diego Illescas, músico y productor ecuatoriano, es invitado a participar, en agosto de 2020, en el Festival Isla Viva Galápagos Music Conference, que tiene como objetivo preservar la biodiversidad y conservar el medio ambiente en las Islas Galápagos.
Illescas -quien ya mantenía relación con el argentino Mario Siperman, tecladista de Los Fabulosos Cadillacs, y el mexicano Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba- les propone realizar la composición en conjunto y presentarla dentro del festival, como símbolo de unión latinoamericana a través de México, Ecuador y Argentina.
La idea musical proviene de un sueño que tuvo Mario Siperman, en el que un shaman le decía que tenía que hacer unos cantos mántricos para salvar a la humanidad. Fue el punto de partida para que cada uno agregara su estilo y sus instrumentos a la pista musical en la que Rubén Albarrán puso la letra.
A la composición se sumaron otros músicos colegas de Illescas y Siperman: Julio Vicencio en charangos y vientos andinos, José Luis Trujillo en trombón y María José Gándara en coros (de Ecuador) y Noe Pucci, Marcela Hatsatourian en voces y Nicolás Fontimpe en bajo (de Argentina).
La música, como lenguaje universal, es una manifestación de sentimientos que quedan tangibles en el tiempo. Esta es una composición musical que refleja la unión hermana de pueblos latinoamericanos dentro de un período crítico en la humanidad y que se unen a través del arte, para dar un mensaje de amor, de paz y para preservar nuestra tierra.
Soñamos un día con un mundo más limpio, más cuidado, con más respeto para el medio ambiente y la flora y fauna.
Soñamos, desde México, pasando por Ecuador hasta Argentina.
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