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Luego de una espera que se hizo larga y muchos comentarios al respecto, hoy, por fin, salió la nueva serie documental de Netflix en la que cuenta la historia del rock en América Latina.

Como ya se había informado en días pasados, esta nueva miniserie de seis capítulos cuenta con testimonios de primera mano; son los principales actores de la historia quienes relatan lo sucedido en el rock latinoamericano.

El documental se realizó bajo la producción de Gustavo Santaolalla, reconocido músico a nivel mundial y un gran influyente en Latinoamérica, y con la dirección de Picky Talarico, quien ha trabajado, entre muchos más, con Julieta VenegasGustavo Cerati y Julio Iglesias.

«Rompan Todo: La Historia del Rock en América Latina» cuenta con la participación y voz de grandes exponentes del rock como Charly GarcíaSoda StereoFito PáezLos Fabulosos CadillacsAndrés CalamaroLos PrisionerosLos Auténticos DecadentesEl TriBotellita de JerézCafé TacvbaMolotovZoéJulieta VenegasAterciopeladosMon Laferte y muchos más.

Por supuesto, para una buena serie, hace falta un gran soundtrack, y este día, con motivo del lanzamiento oficial de «Rompan Todo: La Historia del Rock en América Latina», ya está disponible la banda sonora a través de una playlist de Spotify.

Es, en realidad, un soundtrack muy completo, que trata de retratar las distintas etapas por las que ha vivido y sobrevivido el rock hecho en nuestro continente.

Desde canciones de Ritchie Valens, Los Teen Tops, Julissa, pasando por Los Dug Dug’s, Sui Generis, Soda Stereo, Fito Páez, hasta llegar a Fobia, Maná, Los Prisioneros, Molotov, entre muchos más. Escúchala en el siguiente enlace:

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A través de sus redes sociales, Netflix anunció el lanzamiento de un nuevo documental sobre la historia del rock latinoamericano, contada por varios de sus mayores exponentes.

Rompan Todo: la historia del rock en América Latina llegará a la plataforma el próximo 16 de diciembre y contará con la participación de Charly García, Soda Stereo, Fito Páez, Los Fabulosos Cadillacs, Andrés Calamaro, Los Prisioneros, Los Auténticos Decadentes, El Tri, Botellita de Jeréz, Café Tacvba, Molotov, Zoé, Julieta Venegas, Aterciopelados, Mon Laferte y muchos más.

Con un comunicado que iniciaba diciendo «¿Sentías que a este año le faltó rock?», Netflix confirmó el lanzamiento de dicho trabajo fílmico que, sin embargo, no cuenta con un tráiler oficial hasta el momento.

El documental se realizó bajo la producción de Gustavo Santaolalla, reconocido músico a nivel mundial y un gran influyente en Latinoamérica, y con la dirección de Picky Talarico, quien ha trabajado, entre muchos más, con Julieta Venegas, Gustavo Cerati y Julio Iglesias.

De esta manera, Netflix nos ayuda a cerrar bien un año que, en casi todos los sentidos, ha sido caótico. En todos estos meses de encierro, plataformas como Netflix fueron salvavidas para miles de personas, y qué mejor que culminar el 2020 recapitulando la historia del rock Latinoamericano.

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News GR Reseñas

Una vez más, como ya va siendo costumbre, Sala Estelar volvió a lucirse, pero ahora con una de esas bandas que merecen atención, respeto y admiración: No Te Va Gustar.

Con más de 25 de carrera, los uruguayos, que cada vez se van haciendo más importantes en la escena del rock latinoamericano, dieron cátedra y muestras de la calidad que los ha acompañado en todo este tiempo.

Ayer por la noche, a través de Sala Estelar, No Te Va Gustar ofreció un recital muy especial, cálido, como una caricia sonora, donde hicieron eco varias de sus grandes canciones, tan necesarias en estos días.

Miembros de una generación de bandas como La Vela Puerca, Once Tiros, Guasones, La Beriso, entre muchísimas más, No Te Va Gustar es, hoy en día, uno de los grupos más importantes del rock latinoamericano, dueños de una prosa envidiable y muy distinta a lo que suena constantemente en la radio.

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Si tuvieron la oportunidad de escuchar su más reciente álbum, Otras Canciones en Vivo en Latinoamérica, lanzado este 2020, la propuesta de ayer en Sala Estelar no está muy alejada de lo presentado en dicho material.

Minutos después de las ocho de la noche, Sala Estelar se vistió de gala para dar inicio a una sesión muy intimista de No Te Va Gustar, un concierto que pudo ser épico en circunstancias «normales», con el público «cantando a pesar de las llamas, gritando con todas las ganas», como bien lo dicen en «Tan Lejos».

Y sí, estábamos lejos, mucho, unos de otros; no hubo contacto alguno, salvo el estar conectados a la hora estipulada, alineados con la banda que ofreció un repertorio importante, de mucha fuerza y armonía.

Fue, de hecho, con «Tan Lejos» que el recital comenzó a sentirse como si se tratara de un acompañante especial, alguien que, pese a los malos tiempos, esta ahí, dedicándonos sus mejores palabras. Como un buen amigo

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«Verte Sonreír» fue uno de esos momentos cálidos de la noche, una noche que, afuera, libraba una batalla entre el frío y la lluvia. ¿Quién ganó?, no lo sé, lo olvidé por completo; olvidé, por un momento, el paso del tiempo a causa, sí, de No Te Va Gustar.

Una a una, fueron apareciendo «De Nada Sirve», «Me Ilumina Hoy», «Memorias del Olvido», «Los Villanos», entre otras más, que dejaron un buen sabor de boca en poco más de una hora que duró la sesión.

Andrés Calamaro, en una de sus canciones, dice que «todo lo que termina, termina mal», pero acá no fue así. Acabó bien, dejando una huella imborrable, en medio de un panorama donde necesitamos música para acariciarnos.

Eso y más fue lo que logró No Te Va Gustar.

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News GR Reseñas

A principios de este mes, el siete de agosto, se cumplieron 30 años del lanzamiento de Canción Animal, obra maestra y quinto álbum de Soda Stereo, el cual recoge una de las frases más icónicas del trío argentino y que es, hoy, un grito de batalla: «No hay nada mejor que casa».

Sí, la casa sigue siendo nuestra trinchera, nuestra fortaleza, el espacio que nos mantiene a salvo de lo que sucede afuera, en las calles, en las banquetas, en cualquier otro sitio, justo como ocurría en los años 90, cuando la violencia comenzaba a ser parte de nuestra rutina, del aire que respiramos.

Frente a todo este panorama de incertidumbre, son pocas las voces que pueden ofrecernos una luz, aunque muy tenue, para hacer más llevadera la realidad. Hace falta una voz, la que sea, que nos transporte a otro estado de ánimo. ¿Pero cuál? Una muy poderosa y aterciopelada a la vez.

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El sábado pasado, poquito después de las ocho de la noche, un par de personajes muy conocidos en este lado del continente se conectaron a través de Sala Estelar para sacarnos un poco del encierro, del encierro mental. Sus nombres: Andrea y Héctor, Aterciopelados.

La década de los 90’s les vio nacer y a casi 30 años desde su debut, el grupo se ha mantenido firme en sus convicciones combativas, ejerciendo, cada vez más, su discurso de rebeldía, paz y libertad.

Si en «1990» Gustavo Cerati comenzaba diciendo que «no habrá remedio infalible», en 2020 la música ha levantado la mano para ser un remedio contra la apatía, la desesperanza, la depresión. Así lo hicieron también los Aterciopelados, que arrancaron con «Los 90», uno de sus sencillos más recientes.

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Más que un concierto, fue como un ensayo, un momento entre la banda y sus seguidores, conectados gracias a la tecnología, pero desconectados entre sí; sin ruido, sin griterío, sin el sudor típico de estar saltando sin parar. Vaya, sin cruzarnos las miradas.

Eso sí, se notó una gran energía, pasión y esa manera de decir las cosas, sin miramientos, que ha hecho de Aterciopelados una de las bandas más respetadas del rock latinoamericano. Y eso, en tiempos como los actuales, se agradece.

Han pasado cuatro años desde que los vi por última vez en un escenario, y aquella ocasión fue delirante, ante un Teatro Metropólitan casi a tope, cantando, gritando, dándolo todo frente un par de colombianos muy queridos en México.

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Poco a poco la noche aterciopelada veía llegar su fin y ocurrió la sorpresa con «La Ciudad de la Furia», la misma que me hizo voltear a escucharlos y descubrir su belleza. Cómo olvidar aquella versión del Comfort y Música Para Volar, el «unplugged» de Soda Stereo.

Qué ganas de estar ahí, frente a ellos, hablándonos a la cara, recordarnos que, ante todo, somos más humanos que máquinas, pese a que la realidad nos ha obligado a hacer nuestras cosas, hasta las mas esenciales, por medio de máquinas.

La melancolía, en ese sentido, es una de nuestras armas más poderosas, y la del sábado quedará, para quienes tuvimos la oportunidad de conectarnos, registrada en la memoria, como un recuerdo vivaz en estos días sin vida humana.