News GR Reseñas

En estos días donde el tiempo parece transcurrir muy lentamente, lo mejor es recurrir a la memoria, viajar a tiempos donde la vida no era tan complicada ni tan insegura y eso ocurrió anoche, gracias a San Pascualito Rey.

Durante dos horas, San Pascualito Rey nos regaló un viaje -un viaje en el tiempo-, justo nueve años atrás cuando editaron Valiente, el tercer álbum de su discografía y uno de los más importantes en su trayectoria.

A título personal, ese también fue el año en que los escuché por primera vez, gracias a un antiguo compañero de la universidad. La música de San Pascualito Rey siempre me ha parecido muy lúgubre, triste, con un encanto muy particular.

Por tal motivo, la presentación de anoche sirvió para reencontrarme con mi yo del 2011 y brindar, a la distancia, por aquellos amigos que fueron desapareciendo poco a poco en estos últimos años. Y qué mejor que hacerlo con Valiente, el disco completo.

En punto de las 20:00 horas, en un sábado más de pandemia, dio inicio el recital -nunca antes mejor dicho- de Pascual Reyes y compañía, con unas primeras imágenes en blanco y negro, y ellos muy bien vestidos para la ocasión.

SPR_01

Se trataba de un concierto especial, sin público, sin la clásica interacción con sus fans, los más allegados. También fue el «pretexto» para celebrar los 20 años del grupo desde su formación, dos décadas de vida de San Pascualito Rey.

De principio a fin, partiendo con «No Voy a Dejar» y culminando con «El Día Que Me Cuelgues», Valiente apareció en medio de una noche donde la lluvia volvía a ser protagonista, un ambiente más que idóneo para escuchar la voz de Pascual Reyes y esas canciones tan llenas de dolor.

Canciones como «Pájaros Negros», «Todo Se Cae», «Carne Abierta», «Línea del Fin», etc., aparecieron poco a poco, a paso lento y pausado, como aletargando el tiempo, la noche, la nostalgia. Sí, la nostalgia, pieza clave en la música de San Pascualito Rey.

Y es que cómo olvidar aquellas frases como «Tu silencio me corta en pedazos, me quema los huesos. Es un balazo», que parecen más un epitafio, como una despedida que había quedado inconclusa.

SPR_03

Indudablemente, hizo falta la complicidad entre unos y otros; hizo falta la comunión con el grupo sobre el escenario, el concierto lo merecía. Merecíamos estar brindando y, como si fuese un ritual, dejar atrás el dolor que todavía habita.

Cumplieron, sin cuestión alguna, su cometido. San Pascualito Rey nos regaló una noche llena de buena música y tristeza, pero de esa que cura el dolor más fiero, como lo han hecho en sus 20 años de vida.

¡Larga vida al Rey!