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Ayer por la noche, Los Caligaris hicieron suyo el «escenario» de Sala Estelar para celebrar -nunca antes mejor dicho- sus 23 años de música, baile y, sobre todo, mucha fiesta.

Era necesario que, en tiempos de una pandemia larga como la que estamos viviendo, llegara un poco de alivio, algo que nos despejara de todas las noticias alarmantes que vemos, escuchamos y leemos a diario, y solo Los Caligaris pudieron hacerlo, muy a su manera.

Noche de viernes, de frío y de lluvia, que se antojaba para algo más íntimo, más tranquilo, pero no, Los Caligaris se encargaron de levantar el ánimo y hacer de su festejo algo que sus fans no querrán olvidar.

 

Por supuesto que la esencia del grupo se disfruta más, mucho más, cuando te encuentras con ese mar de gente que tienen como seguidores, aquellos que no dejan de bailar, de gritar y de cantar cada una de las canciones que son ya icónicas para la banda.

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Y sólo hizo falta eso, la complicidad entre el público y Los Caligaris que, dicho sea de paso, es impresionante; los conciertos de Los Caligaris suelen ser emotivos, de una conexión que pocas veces ocurre.

Poco después de las ocho de la noche, dio inicio el espectáculo, una puesta en escena muy colorida y llena de buen humor y buena música. Así empezó la fiesta del 23 aniversario de Los Caligaris.

Durante casi dos horas, el grupo presentó su show «Vivo En Casa», con el que se llegó a diversos países de Latinoamérica con la única intención de llevar la música y un poco de alegría a sus fans, en medio de la locura de la pandemia.

Fue una celebración un tanto seca, sin ese espíritu que merece un concierto Los Caligaris. Faltó el alarido, la fiesta, el baile… Faltó el público y la felicidad que derrocha cuando el grupo está sobre el escenario. De eso no hay duda.

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Sin embargo, una vez más, el grupo dio muestras -muchas- de lo que ha conseguido en más de dos décadas de existencia; una banda que, desde hace unos años, se encuentra en su momento más alto y es ya un referente de la música latinoamericana.

«Razón», «La Abundancia», entre una larga lista de éxitos, sonaron la noche del viernes y nos devolvieron el ánimo, las ganas de bailar y, sobre todo, de verlos sobre un escenario en medio de tanta gente, como es justo.

Lo necesitábamos, requeríamos de una banda que nos elevara y que, muy probablemente, nos pusiera a bailar y a soñar con estar ahí, cantando y saltando, celebrando un año más de Los Caligaris.

Al final de cuentas, la música es «esa simple razón por la que volvimos a sonreír, por la que levantamos la vista y vimos lindo el cielo, aunque estuuvo todo gris», con frío y lluvia.

Ese es el poder de Los Caligaris.