El disco está dividido en dos mitades como un casete, y navega por tres dimensiones sonoras distintas:
• La era dorada del pop setentero y ochentero, con influencias de Bee Gees, Wings, Earth, Wind & Fire, Steely Dan y compositores cinematográficos como Bill Conti. Esta vibra se refleja en canciones como Siesta Americana, Último Vals y Cinema Terror, que combinan arreglos orquestales, armonías vocales nostálgicas y un groove que suena analógico pero eterno.
• La estética del French Touch y el electrofunk dosmilero, presentado en temas como Spléndido, Discomanía y Radio Kono. Aquí, Clubz se conecta con el legado de Daft Punk, Cassius y la sofisticación de una era donde lo electrónico aún tenía alma.
• Un presente refinado, elegante y lleno de intención, donde la producción milimétrica convive con la emoción directa.
Número Uno abre el álbum con una claridad estética que marca el tono de todo lo que viene después: sintetizadores sobrios, melodía contenida, emoción sutil.
Cortes Modernos continúa esa línea con precisión quirúrgica, confirmando la madurez sonora del dúo.
Caribe Cooler representa la primera incursión de Clubz en el reggae, reinterpretada desde una melancolía elegante y un filtro sonoro completamente propio. |