La gira mexicana de Melendi, anunciada para 2026, se vislumbra menos como una serie de conciertos y más como un largo y esperado reencuentro. No es la llegada de un forastero, sino la vuelta de un cronista cuyas historias, tejidas con acordes de rumba y poesía cotidiana, ya habitan en el imaginario de sus seguidores. El éxito internacional del artista no es un dato biográfico, sino el testimonio de una conexión que trasciende fronteras.
Bobo Producciones, al asumir la tarea, no solo organiza fechas; se convierte en el arquitecto de este encuentro masivo. Cada sold out en otro continente fue un ensayo para este momento, para descargar toda esa energía acumulada en los escenarios de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey. La gira se presenta como la culminación de un diálogo que lleva años gestándose.
Melendi llega en su mejor momento, pero no como un punto final, sino como un nuevo capítulo. Su música, narración de lo humano y lo vulnerable, encontrará en el público mexicano no solo un receptor, sino un cómplice. Porque en el fondo, cada gira es la misma historia: la de quien canta y la de quien responde, confirmando que ninguna canción está completa hasta que alguien la hace suya.
