En el silencio contemplativo de la tela, el paisaje de Tomás Sánchez se erige como un territorio de introspección y búsqueda espiritual. El documental «Perseverancia», dirigido por Juan Carlos Martín, no solo recorre la geografía física que habitó el pintor cubano, sino que se adentra en los pliegues de su alma, en esos espacios donde la naturaleza se convierte en espejo de la condición humana. La cámara se mueve con la paciencia de quien espera comprender, no solo mostrar.
A través de un vínculo forjado durante tres décadas, la película desentraña los momentos fundacionales de Sánchez: una infancia en Cuba, el exilio como herida abierta, la práctica del yoga como ritual de equilibrio. Su obra, al igual que su vida, parece responder a una pregunta esencial sobre la soledad y la permanencia, sobre cómo el ser humano puede hallar refugio en un mundo que lo desborda.
El estreno en salas mexicanas este noviembre no es solo un acto de difusión cultural, sino una invitación a detener el tiempo. Frente a la inmensidad de sus paisajes, el espectador queda interpelado: ¿qué persiste en nosotros cuando todo lo demás se desvanece? La perseverancia, sugiere la obra de Sánchez, quizá no sea más que el arte de seguir mirando.
