Este álbum fue el intento de los miembros de The Doors de continuar con su carrera tras el fallecimiento de Jim Morrison en 1971
La muerte del frontman de una banda es un grave punto de inflexión para el resto de sus miembros. La voz de un grupo es prácticamente irremplazable, por lo que, cuando los vocalistas fallecen, se llevan a la tumba una parte mayoritaria de ese carisma característico de cada agrupación.
A este problema se enfrentaron Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore; los miembros de The Doors que sobrevivieron a Jim Morrison. La muerte del frontman ocurrió en un momento en el que la agrupación se había “dado un tiempo” tras una acumulación de desafortunados sucesos.
La banda había decidido dejar de tocar en directo por un tiempo. A Morrison se le acusaba de exposición indecente, por supuestamente haber enseñado el pene en el escenario delante de 12.000 personas. Enfrentándose a estos cargos y no en muy buenos términos con sus compañeros, Jim se fue a París con su novia en marzo de 1971.
Los otros miembros continuaron trabajando en el nuevo proyecto de la banda, haciendo todo lo que podían sin que estuviera su vocalista. Por desgracia, Jim Morrison nunca volvió de Francia. El 3 de julio de 1971 moría por un paro cardíaco en la bañera de su casa en la capital francesa, en un suceso cuestionado hasta la actualidad por lo extraño de las circunstancias.
El cantante y poeta se convirtió en una figura inmensa dentro del mundo del rock. Su personalidad única y rebelde lo establecieron como una celebridad en su época, y el tiempo lo ha convertido en un ídolo atemporal. Por ello, la sombra que dejaba su muerte sobre los integrantes de The Doors era insalvable. Ningún intérprete podría cumplir con lo que había dejado Morrison.
El trío decidió continuar sin vocalista. Recurrieron a grabaciones de Jim previas y a cantar ellos mismos. Esta no sería la primera vez que sustituían a su cantante, el propio teclista Ray Manzarek había utilizado su voz en directo cuando Morrison estaba indispuesto o ebrio. Sin embargo, nunca había sido líder vocal de un proyecto, solo aparecía en la discografía del grupo en un papel secundario.
En estas complicadas circunstancias nace ‘Other Voices’, el primer disco de The Doors sin Jim Morrison. El grupo propuso un proyecto con un estilo más calmado, tirando al jazz-rock. Las letras no estaban mal, pero la faceta poética del fallecido frontman le daba a las canciones un halo místico que ahora no estaba. La consecuencia fue un álbum que seguía la corriente de ‘La Woman’, pero que no tenía el carisma de este. La crítica valoró la valentía del trío por intentar seguir adelante, experimentando nuevos sonidos, pero las valoraciones fueron mixtas.
El talento del resto de componentes de la banda era muy grande. Ray Manzarek era el encargado de esos solos de piano que viajaban entre los versos de Morrison y que tanto añadían a la psicodelia de los temas. Todos los integrantes fueron partícipes del éxito de The Doors, pero entre todos no pudieron subsanar la pérdida de su líder. En una entrevista en su vejez Ray Manzarek explicó cómo se hizo «Riders On The Storm», una de las canciones más famosas de la agrupación. Aquí podemos ver la importancia del resto de miembros en la obra.
The Doors continuó dos años más antes de disolverse en 1973. En esos años sacaron también otro disco ‘Full Circle’, con un recibimiento similar a ‘Other Voices’. En 1978 volvieron brevemente con ‘An American Prayer’, un proyecto en el que utilizaron antiguas grabaciones de Jim Morrison recitando poemas y les añadieron música a posteriori. Este trabajo sí que tuvo una gran recepción por parte del público.
De esta manera, una de las bandas más influyentes del siglo XX llegaba a su fin. The Doors ya no volvió a sacar nueva música. Solamente se lanzaron álbumes en vivo que se fueron recuperando con el paso de los años, aprovechando que el grupo había pasado a formar parte de la cultura popular. La música de Morrison y sus compañeros fue utilizada en numerosas obras de culto. El mayor ejemplo de esto fue Apocalypse Now (1979), una galardonada película de Francis Ford Coppola que abría con el “The End” del grupo en una de las escenas más icónicas de la historia del cine.