Frente a la ausencia inexplicable, el mundo se desmorona en un silencio atronador. “Después”, la nueva película de Sofía Gómez Córdova, no busca explicar la muerte de un hijo, sino adentrarse en el paisaje desolado que deja a su paso. Ludwika Paleta, como Carmen, emprende un viaje no hacia afuera, sino hacia las profundidades de una relación que creía transparente y que ahora se revela llena de sombras y habitaciones cerradas.
La cámara se convierte en un testigo compasivo que recorre los escenarios de este duelo: Guadalajara, Melaque, Aguascalientes. No son simples locaciones, sino territorios emocionales donde la memoria y el secreto se entrelazan. La directora, con una sensibilidad que recuerda a la poesía más descarnada, teje una narrativa donde el dolor no es un obstáculo, sino el material mismo con el que se reconstruye, o al menos se intenta, una vida.
La película es, en esencia, un acto de valentía. Un recordatorio de que el amor no muere con el ser amado, sino que se transforma en una presencia incómoda, en un interrogante perpetuo. “Después” no ofrece consuelos fáciles, sino la compañía de una verdad dura: a veces, solo nos queda habitar las preguntas, aprender a vivir en el territorio vasto y desolado del después.
