Master of Puppets, el tercer álbum en la trayectoria de Metallica, está cumpliendo 35 años edad, casi la misma de quien escribe estas palabras. Un disco que, podría decirse, lo cambió todo.
La década de los 80, sobre todo en sus inicios, se vio dominada por la estética de los sintetizadores y una gama de cantantes que vieron en David Bowie a uno de sus máximos referentes. Pero pronto, muy pronto, habría de ocurrir una explosión.
Unos muy, muy jóvenes James Hetfield, Lars Ulrich y Cliff Burton, acompañados del guitarrista Dave Mustaine, quien en poco tiempo sería reemplazado por Kirk Hammett, daban sus primeros pasos en la escena metalera.
Herederos e influenciados por la New Wave of British Heavy Metal, aquel cuarteto afincado en San Francisco, California, se abría paso en un mundo (un mundo musical) donde las guitarras potentes, las cabelleras largas y el headbanging estaban, prácticamente, en el olvido.
Sus primeras obras, Kill ‘em All (1983) y Ride the Lightning (1984), serían sólo el inicio de lo que llegaría después: la mejor banda de metal de todos los tiempos. ¿Hay quien todavía lo duda?
Particularmente, Ride the Lightning sentó las bases y el camino a seguir para su siguiente producción, un heavy metal muy pesado y una agresividad, hasta entonces, desconocida. Master of Puppets vería la luz el 3 de marzo de 1986.
¿La obra maestra de Metallica?
Master of Puppets fue la consolidación del sonido creado por Metallica en Ride the Lightning, pero hecho con mayor fuerza, convertidos en una nueva banda que no daba concesión alguna.
Los primeros segundos de «Battery», tema con el que arranca Master of Puppets, abren paso al torbellino, a la avalancha de agresividad de James Hetfield, Lars Ulrich, Cliff Burton y Kirk Hammett.
Bastaron ocho canciones para que Metallica entregara la que para muchos (incluido quien escribe estas palabras) es su obra maestra; una obra conceptual, plagada de letras desafiantes y solos de guitarra que hoy sólo quedan en el recuerdo.
«Master of Puppets», segundo track del disco, es precisamente eso: complejidad, agresividad, precisión y un solo de guitarra perfecto. Una de las canciones favoritas de los fans, infaltable en los conciertos de la banda, incluso 35 años después.
«The Thing That Should Not Be» y «Welcome Home (Sanitarium)» funcionan como puente de lo que suena en la segunda parte de Master of Puppets, que arranca con la violencia y agresividad de «Disposable Heroes».
Metallica sube el volumen a las guitarras, ya no hay tregua. Por su parte, la batería de Lars Ulrich y el poder emanado del bajo de Cliff Burton nos hacen pensar que estamos en medio de una guerra. Los últimos minutos de «Leper Messiah» son puro poder y furia, y ese grito desesperado de Hetfield.
Cerca del final, aparece la perfección de «Orion», la canción que marcaría los funerales de Cliff Burton, fallecido en septiembre de ese mismo año. Un tema desgarrador en donde no hizo falta la voz de James para hacerlo lucir.
Master of Puppets se despide con «Damage Inc.» y, una vez más, el desenfreno, la violencia y la velocidad hacen eco de un cuarteto que está a punto de estallar. Metallica firma, sin duda, su obra maestra y un álbum fundamental para la historia del metal.
No es exagerado decir que estamos ante un disco que marcó un parteaguas en la escena, pero que también, de manera lamentable, se vio enmarcado por la pérdida de Cliff Burton tan solo unos meses después de que Master of Puppets llegó al mundo.
¿Cómo habría sido la carrera de Metallica si Cliff Burton no hubiese fallecido? Esa es la pregunta que muchos de sus fans, sobre todo los más antiguos, se han hecho constantemente.
La era de Metallica sin Cliff Burton
Para …And Justice For All, ya con un nuevo bajista, el cuarteto liderado por James Hetfield no sería el mismo ni en su propia esencia. Daba la impresión de que, con la partida de Cliff Burton, se fueron las ganas de la banda de seguir haciendo de la brutalidad su arte.
Lo que siguió después fue el inicio del declive de Metallica, siendo Bob Rock, productor del llamado ‘Black Album’, el principal responsable. La banda no volvería a sus orígenes sino hasta el 2008, con la publicación de Death Magnetic y con un nuevo miembro en el bajo, Robert Trujillo.
Quedan en el recuerdo, sin embargo, aquellos primeros años del grupo y sus raíces thrash-metaleras, y tres discos que, al día de hoy, siguen sonando como algo que jamás se ha hecho ni se hará en el futuro.
Master of Puppets es un hito, uno de esos discos que llegan para cambiarlo todo, y hoy, a 35 años de su lanzamiento, seguimos esperando a su sucesor. ¿Llegará algún día?