
Viernes, dan las nueve de la noche y, de inmediato, nos trasladamos en un viaje en el tiempo, hacia el 2014, justo el año en el que se edita un EP que nos llevó a un sitio onírico: Texturas.
Pero, en realidad, no parece el 2014; da la impresión de que nos hemos ido más lejos, unos años más atrás, cuando aquello que se denominó como «dreampop» se convirtió en el camino a seguir, con Beach Fossils y The Radio Dept. a la delantera.
A eso suena este viernes, a dreampop en el más amplio sentido de la palabra. Sin embargo, no son ni Beach Fossils ni The Radio Dept., ni ningún otro grupo sueco. No. Se trata de Clubz, el dueto regio que hoy viene a alegrarnos la noche, una más de pandemia.
Estemos celebrando, justo como lo anuncian en su tercer corte. El escenario es perfecto: dos sujetos mirándose cara a cara, comunicándose a través de los sonidos y las texturas; hay sintetizadores, ‘amplis’ y un par de guitarras que, como lo dije al inicio, nos transportan a uno de los mejores momentos de la música desde la entrada del nuevo milenio.
Sala Estelar vuelve a ser el medio para conectar con la música y Clubz es el pretexto ideal para reconectar con las emociones, con la nostalgia, con ese sentimiento tan único del dreampop que suena a añoranza.
Dieron ganas de, una vez más, estar viviendo aquella época y ser parte, de alguna manera, de esa escena que dejó mucha buena música y una cantidad inmensa de recuerdos en quienes pudimos escucharla.
Poco a poco, una a una, las canciones que componen el EP Texturas de Clubz aparecieron para hacernos compañía, como esas viejas y buenas amistades que nos suele regalar la vida muy de vez en cuando.
Desde «Golpes Bajos» hasta «Visiones», el dúo dio muestras de que esos sonidos dreampoperos no han muerto y, más aún, son necesarios en estas noches donde una pandemia nos ha obligado a recluirnos en nuestros propios hogares. Pero, por fortuna, está la música.
Fue corta la presentación de Clubz en Sala Estelar, lo cual era de esperarse, dado que Textuas cuenta con siete canciones. Se apagaron los ‘sintes’, se desconectaron las guitarras y los dos sujetos que nos guiaron a lo largo de la noche también desaparecieron.
Se terminó una noche más de esta serie de conciertos que, pese a no poderlos vivir en carne propia, sí que dejan un buen sabor de boca para quienes tenemos la oportunidad de verlos.