El guitarrista de Guns N’ Roses aún sigue recordando uno de los conciertos más complicados de la banda.
No todas las noches pueden ser buenas incluso aunque seas un músico de clase mundial. Eso es lo que le pasó a Ron “Bumblefoot” Thal, que hace ya más de una década ofreció uno de los conciertos más complicados de la historia de Guns N’ Roses, antes de la reunión que trajo de vuelta a Slash y Duff McKagan. Ahora, en una charla con Rockin’ Metal Revival , Bumblefoot se sincera sobre aquel show.
«Mi mayor momento más ‘Spinal Tap’ fue sin duda tocar con Guns N’ Roses en el festival Rock In Rio de Brasil en 2011. Llovía a cántaros. Y la lluvia estaba como a unos centímetros de altura en el escenario; la estaban barriendo. El nivel del agua estaba casi tan alto como la parte superior de las pedaleras. Recuerdo que la pirotecnia fallaba. Estaba todo tan mojado que era una locura. Y recuerdo que intentaba tocar con la guitarra sin trastes, y mis dedos estaban empapados, mi piel estaba tan… Y no podía… Era como intentar tocar en un globo mojado – intentar seguir tocando cuando todo; todo estaba empapado».
“Había una chica encantadora en primera fila con un casco de soldado de asalto de Star Wars en la mano. Le dije: ‘Sí, dame el casco’ y pensé en ponérmelo y jugar un rato con él. Así que cogí el casco, me lo puse en la cabeza y, en cuanto tocó mis mejillas, fue como si se fusionara con él, porque mi piel estaba muy húmeda. Y recuerdo haber dicho: ‘Oh, mierda’. Y tan pronto como lo dije, todo se empañó y era como: ‘Muy bien, ahora tengo un casco puesto que me va a costar quitarme’. Y eso no es bueno cuando estás tratando de tocar la guitarra en una canción. No podía ver nada; estaba completamente empañado”.
Lo malo es que, justo en aquel momento, le tocaba interpretar el solo de una canción legendaria: “Y el solo icónico de ‘Welcome To The Jungle’ venía a continuación. Y pensé: ‘Oh Dios. Esto no va a salir bien’. Así que si no recuerdo mal, me las arreglé para conseguir el casco por lo menos como sobre mis ojos y mantenerlo allí. Y entonces creo que asentí, como: ‘Ah, bien.’ Y se cayó de nuevo. Entonces, llegué a un punto, como a la mitad del solo, donde tuve que dejar de tocar y tirar del casco hacia atrás para poder ver lo que estaba haciendo. Y a raíz esos pocos segundos que dejé de tocar, al día siguiente recibí cientos – cientos – de furiosos correos electrónicos de brasileños, diciendo que les había destrozado la vida, amenazas de muerte y todo eso. Y hasta hoy, 12 años después, de vez en cuando alguien me envía un correo electrónico con una captura de pantalla mía con ese casco, diciendo: ‘Ja, ja, ja'».
https://youtu.be/KRfqGjKrWX0