 
        Georgia Harmer ha aprendido que las tormentas pasan, pero a veces dejan algo más que destrucción: dejan canciones. Eye of the Storm, su segundo álbum, es un viaje íntimo por los paisajes emocionales de una artista que ha crecido entre versos y melodías. Con temas como Slow Down y Can We Be Still, Harmer explora la empatía, el desamor y la paz que llega cuando dejamos de luchar contra nosotros mismos. La canción homónima, que comenzó a escribir a los 18 años y terminó casi una década después, funciona como un puente entre la inocencia y la madurez, entre las preguntas sin respuesta y la aceptación de que algunas cosas nunca se resolverán.
La canadiense tiene un talento especial para convertir lo personal en universal. Sus letras, cargadas de imágenes poéticas, hablan de relaciones fracturadas y de la búsqueda de refugio en un mundo que a menudo parece demasiado ruidoso. Eye of the Storm no es un álbum que quiera imponer verdades; prefiere susurrarlas, como si fuera una conversación entre amigos en una noche de invierno. La producción, minimalista pero cálida, deja espacio para que su voz —a la vez frágil y poderosa— brille. Harmer no solo canta: acompaña, consuela y, en momentos como Memory Lullaby, incluso arrulla. En una industria obsesionada con lo inmediato, su música es un recordatorio de que algunas cosas necesitan tiempo para florecer.

 
                         
         
        