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La importancia de llamarse James Hetfield

Nací en el ’86, segunda mitad de una de las décadas más proliferas de la música; el año del mundial, aquel donde Diego Armando Maradona construyó el templo que, hasta ahora, sigue sin derrumbarse. Cinco meses después del lanzamiento de Master of Puppets de Metallica y en medio de una etapa de transición en la escena del rock en México.

Mucho tiempo atrás, a casi 20 años de distancia, nació en California, Estados Unidos, uno mis máximos héroes de la música; un líder nato, un frontman inigualable que con solo decir «Yeah!» sobre el escenario es capaz de hacer estallar a más de 50 mil almas al unísono. Hablo, por supuesto, del vocalista de Metallica: James Hetfield.

Su historia es, quizá, por todos conocida: hacia 1983, el cuarteto afincado en San Francisco, California, apareció con Kill ‘em All, el álbum debut de unos muy jóvenes James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y el ya desaparecido Cliff Burton, la leyenda. Aquel sería el inicio de la banda de metal más grande de todos los tiempos, de acuerdo con la opinión de muchos.

Sin embargo, puntillazos como «Hit The Lights», «The Four Horsemen» y ese himno metalero llamado «Seek & Destroy», serían tan solo el primer bocado, por decirlo de algún modo, de lo que su creador, James Hetfield, tendría para entregarnos a lo largo de más de 30 años de trayectoria, canciones que hoy, y para miles de fans en todo el mundo, tienen un valor imprescindible.

El día que conocí al vocalista de Metallica

Y aquí está un fan, uno que lo ha seguido desde los 10 años, cuando escuché por primera vez el polémico Load, sexto disco de la banda lanzado en junio de 1996, y que sería el principio de, por un lado, una etapa controversial del grupo, pero también una nueva forma de escribir canciones para Hetfield, temas más personales e íntimos.

Ese fue el año en el que conocí a James, el mentor, el mesías, la voz líder de mi banda favorita de la infancia (y también en la actualidad). Me impresionó su forma de cantar y la facilidad con la que puede cambiar de tonalidad, pasando de la agresividad de «King Nothing» a la suavidad en «Mama Said», pero siempre con un común denominador: poder.

Seguramente hay/habrá mejores voces en la escena mundial del heavy metal (Bruce Dickinson y King Diamond, por ejemplo), pero el talento de Hetfield va más allá de eso; su importancia radica, más que otra cosa, en el poder que emana en cada una de sus frases, palabras que calan fuerte, pues se trata de un músico que se atreve a expulsar sus sentimientos sin tapujos.

Mucho ha cambiado, claro que sí, aquel muchacho de 19 años que irrumpió con «Wiplash», dejando a su paso temas icónicos como «Fade to Black», «One» y «Wherever I May Roam». Ahora en un músico adulto, quizás más sabio y sin menos prejuicios, soltando temas como «Broken, Beat & Scarred» o «Some Kind of Monster». Un James Hetfield, sí, de 57 años de edad.

Hoy, precisamente, es su cumpleaños. ¿Cómo celebrarlo? Sencillo: subiéndole al volumen mientras escuchas un disco de Metallica, puede ser Ride the Lightning, Master of Puppets, Load, St. Anger, el que sea, da igual. En cada uno de ellos, James Hetfield nos entrega un pedazo de su vida y eso, perdón, no cualquiera.

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