
Si algo nos ha enseñado este periodo de poca o nula actividad en materia de conciertos es que, en la música, todos nos necesitamos: el artista al público y viceversa.
Eso queda claro cuando tenemos a una artista del tamaño de Julieta Venegas cantando para nosotros, aún cuando solo sea a través de una pantalla.
He perdido la cuenta de los días que llevamos encerrados desde que se decretó la pandemia. El tiempo ha avanzando lento, muy lento hasta llegar al día de hoy.
Un sábado más en medio de una locura llamada Covid-19 que, entre muchas otras cosas, nos ha privado de ver a nuestros artistas favoritos como se debe.
Pero el de hoy, como pocos, tuvo un sabor distinto, se sentía desde las primeros minutos del alba: hoy teníamos una cita con Julieta Venegas en Sala Estelar.
Así se anunció y así lo estuvimos esperando con ansias, sabiendo en nuestro interior que este sería uno de esos conciertos que el 2020 no nos iba arruinar.
Y así fue, fue perfecto. El reloj marcó las ocho de la noche y «la Venegas» ya esperaba del otro lado, sentada frente a su piano con ese timbre de voz ta particular de ella.
Inmediatamente, apareció la nostalgia, aparecieron también, quizás, algunas lágrimas. La música de Julieta Venegas, tan dotada de melancolía, sirvió como una almohada para este presente que nos ha tocado vivir.
«El presente es lo único que tenemos, el presente es lo único que hay», cantaba «la Venegas» como si de un bálsamo se tratara, algo que nos aliviara el dolor que hemos padecido en todos estos meses.
Fue una noche llena de grandes canciones, como «Lento», Sería Feliz», «Cómo Sé», «Amores Platónicos», «Despedida», «Andar Conmigo», «Debajo de Mi Lengua», «Me Voy», entre muchas más que, a lo largo de su carrera, han servido como salvavidas para todos sus fans.
Por más de dos horas, la cantante dejó ver lo importante que es para la música , lo trascendentales que se han convertido sus canciones en las vidas de sus seguidores.
La señal de Sala Estelar se apagó poco después de las 10 de la noche, Julieta Venegas se despidió con un «hasta luego». Y sí, es un «hasta luego», porque necesitamos su música y, sobre todo, un concierto de ella.
Un sábado más en Sala Estelar llegó a su fin, pero esta vez la despedidia fue distinta, nos quedamos con un gran recuerdo gracias «la Venegas«.
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