Como muchos de sus fans (o todos, probablemente), llevaba días esperando este concierto en particular. Para mí suponía algo muy especial.
No puedo evitar escuchar a Jumbo sin recordar a un amigo de la preparatoria, a quien, por cierto, le decían que tenía un parecido a Clemente Castillo, vocalista de la banda.
La historia de esa amistad terminó el día en que salimos de la prepa y cada quien agarró por su lado, y no supe nada de él hasta hace muy poco. Una noticia terrible.
Así que, para recordar y honrar aquella amistad, sentía que Jumbo era un buen pretexto; recuerdo que ambos escuchábamos Restaurant y D.D. Y Ponle Play una y otra vez hasta aprendernos las canciones.
Fue entonces que, en punto de las 20:30 horas, Streamtime se convirtió en mi caja de recuerdos, de viejas anécdotas con quien fuera uno de mis mejores amigos.
Hoy en día, parece terrible que no podamos disfrutar de algo tan sano y poderoso como un concierto; no hay gritos, no hay alaridos, no hay llanto ni bebidas embriagantes.
Lo que hoy ocurre es algo que jamás nos habíamos imaginado, y, lo que es peor, todo indica que esta situación continuará por varios días, semanas, meses, y habrá que esforzarnos de más.
Jumbo nos entregó, quizás, lo mejor de su repertorio, una lista de grandes éxitos de lo que conocemos como “rock mexicano”.
Dicho de otro modo, fue la historia del grupo resumida en poco más de una hora y una buena manera de corroborar la grandeza de una banda que lleva más de 20 años tocando.
Sonaron “En Repetición”, “Fotografía”, “Siento Que”, “Aquí”, “Después”, “Cada Vez Que Me Voy” y muchas más, cada una con su marejada de recuerdos y anécdotas, de aquellos tiempos dorados de un pasado mejor.