Se puede calcular, por la edad en las caras de la gente, la experiencia que la banda tiene sobre el escenario. Anoche, ni bien te aproximabas al territorio del Teatro Metropólitan podías intuir “Toda esta gente escucha a Los Bunkers desde la secundaria, segurísimo”.
La banda chilena llegó anoche, 25 de octubre, a la primera de las dos fechas que programaron en el escenario del corazón de la CDMX con su gira acústica. La gira se desprende del celebrado MTV Unplugged que grabaron en 2024, tras su triunfal regreso a los escenarios. Fue un show dedicado a conectar con el público a través de las canciones que nos acompañan desde hace más de veinte años. Tuvimos un desfile de músicos invitados que le dieron fidelidad y corazón a la velada, y unos Bunkers entregados a hacer de esta primera fecha algo especial.
No solo un batallón de músicos invitados sino propuestas como el xilófono y el theremin también estuvieron presentes, le dieron un toque muy especial al setlist que la gente coreó durante toda la noche. La grabación del MTV Unplugged fue, a grandes rasgos, el hilo conductor. La noche comenzó fuerte con “Miéntele”, “Yo sembré mis penas de amor en tu jardín”. Toda la energía se mantuvo en “Las cosas que cambié y dejé por ti”, y “Canción para mañana / Al final de este viaje en la vida”.
Las intervenciones fueron pocas. Álvaro y Francis recordaron un par de veces el agradecimiento y cariño que la banda le tiene al público mexicano, que siempre se nota. Pero sin duda la prioridad fue la fluidez del recorrido musical y hacer las presentaciones para la cantidad de músicos que subieron al escenario. Hubo momentos con hasta 12 personas sobre las tablas -sin contar al staff, que también lo hizo increíble durante todo el show-, y la alineación cambiaba casi con cada canción.
El setlist
Tomó por sorpresa la forma en la que se transformó la energía cuando Francis tomó el micrófono para el momento sinfónico. Uno creería que esas vibras de himno se despertarían con canciones como “El necio”, pero no. Resulta que a cuatro cuerdas y con la acústica del Metropólitan, “Llueve sobre la ciudad” se siente como un llamado a manifestarse. A una servidora se le puso la piel chinita. Después la repitieron en el encore con una vibra más fiel a la de “Vida de perros”, pero la versión con violines fue tremenda.
Estalló el lugar, lleno de adultos eufóricos, cuando Álvaro apareció con una marioneta de mano de Juan Carlos Bodoque para hacernos cantar -o gritar- “Una nube cuelga sobre mí”.
Llegó el momento para los dolidos y nos unimos cuando sonó “Quiero dormir cansado” y “No hay nada nuevo bajo el sol”. Hace quince años no era lo mismo cantar que “Lo intento todo para ser mejor de lo que fui, de lo que fui hasta ayer. No hay nada nuevo bajo el sol”. Las canciones ahora toman otro significado. Se notaba en la voz de quienes cantaban, en los abrazos dados en la penumbra, y en las lágrimas que algunos dejaron ir durante el coro.
Las sorpresas
Hubieron acentos durante toda la noche. Ya fuera la voz poderosa de Cancamusa -integrante fijo en la batería / percusiones desde la salida de Mauricio Basualto por problemas de salud-, o el sonido del theremin y el xilófono, los detalles espolvoreados durante toda la noche le dieron magia a las canciones que todos conocían.
El cierre fue una fiesta total con “Bailando solo” y “Heart of glass”. Una bola disco iluminó todo el Metropólitan para ver enloquecer a todo el público. Completaron todas las casillas con este set acústico: gran sonido, buena energía sobre el escenario, y un setlist que tocó cada punto de su trayectoria… Además, un horario que a todos les permitió alcanzar el metro y metrobús para llegar a casa sin preocupaciones.
Fue una puesta donde dejaron ver toda la experiencia y amor que tienen por lo que hacen, y que seguro también disfrutarán los asistentes a la segunda fecha, hoy 26 de octubre. Los últimos boletos siguen disponibles a través de Ticketmaster.
