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Sábado en la noche: Serbia vuelve a rugir rock en Sala Estelar

Anoche debió ser una celebración más como otras tantas que vivimos los sábados por la noche, con nuestros chaquetones negros y en compañía de los amigos.

Pero no fue así, lo nuestro, hoy, sigue siendo el confinamiento, el encerrarse y disfrutar, eso sí, de aquellos atisbos de lo que eran nuestras noches de sábado antes de la pandemia.

Anoche -ellos sí-, Serbia se enfundó en sus chaquetones negros, sus guitarras, sus instrumentos y a lo largo de dos horas llevaron su música a quienes les han seguido desde que irrumpieron en la escena.

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Sala Estelar volvió a ser el “escenario” para que las guitarras, la batería, el bajo, todo, volvieran a sonar fuerte, a retumbar y hacer eco en todos los fans que, desde casa, acompañaban a Serbia en esta nueva normalidad de los conciertos.

Hubo una energía desbordada, se notaba, se sentía la emoción en cada integrante de la banda por hacer un concierto digno de recordarse. Y sí, lo consiguieron. Su rock rugió fuerte y llegó a muchos lados.

No importó si estuvieras solo en casa, en pijama o con alguna cerveza acompañándote. No, eso fue lo de menos. En ese momento era la música la que unía mundos, cabezas, emociones, todo; era la música salvándonos una vez más.

Poquito después de las ocho de la noche, Serbia tomó la batuta y comenzó el ruido, el rugido, la energía. Empezó otra noche de sábado donde el rock fue, como siempre lo ha sido, el compañero más fiel.

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Conocí a la banda hace unos tres años, en Puebla, durante el Festival Tecate Comuna, y sorprende que ahora Serbia se maneja como un grupo sólido, capaz de hacer un show de dos horas y con un sonido bien logrado.

En ese tramo se escucharon temas como “Acostúmbrate”, “Sol”, “Celosa”, “Isabelle”, “Fantasmas”, “Abúsame”, “Frío Artificial”, “Cama”, “Reflejo”, entre muchas más, todas en compañía virtual de sus fans, esa legión de seguidores que sigue ahí, apoyando a su banda y, sobre todo, al rock nacional.

Definitivamente, hay que decirlo, no es lo mismo; hay una sensación distinta y hasta un poco vacía, pues un recital como estos se vive mejor en vivo, con el calor de la gente, los alaridos, los gritos, la euforia, y eso es algo que todavía se ve muy lejos de recuperarse.

Es ahí donde, de nueva cuenta, Sala Estelar vuelve a ser el espacio de la música, por la música y para la música. Anoche fue el turno de Serbia y la historia estuvo de su lado.

El show quedará en el recuerdo, como uno de esos que ayudan a sobrellevar los malos tiempos. Justo como lo hacen las buenas canciones y las buenas bandas.

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