
Durante dos horas sobre el escenario del teatro Metropolitan Carlos Sadness y su banda nos transportó a unas vacaciones tropicales a través de sus canciones. Es sorprendente la consistencia estética de la propuesta del catalán nacido Carlos Alberto Sánchez Uriol. Musicalmente, imperan los medios tiempos, con moderados ritmos latinos, dulces melodías y letras de amor y desamor llenas de referencias a frutas, paisajes, sensaciones. Con un pie en el normcore indie y otro en el pop latino y la música ligera, en las pantallas pasaron fugaces las imágenes de bratty y Liliana Saumet (de Bomba Estétreo) y en el escenario lo acompañaron como invitados, un juguetón Marco Mares y una energética Melissa Robles (de Matisse).
Pero no debemos olvidar que Sadness, además de músico, tiene antecedentes en las artes visuales y no es de sorprender, por lo tanto, que el concierto de Carlos Sadness haya tenido una identidad visual tan clara, mezcla de comercial de khakis noventero, catálogo de agencia de viajes y filtros de instagram. Su ecléctica vestimenta, no solo es impecable, sino que es central al estilo de Sadness – chamarra de cuero negra con barbas sobre camisa vaquera de seda, pantalones bombachos de color claro y zapatillas blancas –, tanto como lo son su larga cabellera, la barba y el ukelele. Los colores otoñales claros y pasteles no solo aparecen continuamente en los videos que aparecen detrás de la banda (la mayoría, los videos de los sencillos, pero también algunas animaciones simples y hasta un video ochenteno de Miss Teen USA en loop) sino que también en el uniforme de los músicos que lo acompañan. Todo está pensado para comunicar el concepto central de “Levántate y Baila” más allá de la obvia referencia Bíblica, que hace resonancia con su look y mote de Jesús Tropical. Un concierto para presenciar y pensar, además de escuchar y disfrutar.