Inicio cuenta la cuenta regresiva para que arranquen los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 que promete ser un evento ecológico y de alta tecnología, con la esperanza de que el calor o el caos en los transportes no estropeen la fiesta, que comenzará el 24 de julio de 2020.
El público japonés parece entusiasmado, si se tiene en cuenta la venta de entradas.
Los residentes del archipiélago se han ‘peleado’ por las primeras entradas puestas a la venta: 7,5 millones de personas iniciaron el proceso en línea para intentar hacerse con el preciado tesoro en la primera fase de lotería.
Tras algunos temores iniciales, la capital japonesa aborda la última recta con una aparente serenidad. De los 43 sitios, ocho son completamente nuevos y la mitad de ellos ya están acabados.
Los organizadores dicen también haber encontrado la fórmula para hacer frente al calor infernal, a veces difícilmente soportable e incluso peligroso en el verano de Tokio, debido a la fuerte humedad, conjugada con temperaturas elevadas.
Carpas, vaporizadores gigantes y caminos de flores tratarán de dar una sensación refrescante, unas medidas que serán probadas el jueves con ocasión de un torneo de voleibol.

La cuestión de los transportes parece más problemática: ¿cómo evitar el caos en una megalópolis con trenes ya atestados en las horas punta en períodos normales?
Además de sistemas logísticos para administrar el tráfico, en carretera y en ferrocarril, las autoridades van a incitar a los asalariados a quedarse en casa. Pero la práctica del trabajo a distancia está todavía poco anclada en la sociedad nipona.
Mientras tanto, Tokio 2020 afina su imagen ecologista, en un país poco ejemplar en la materia.
La ropa de los deportistas japoneses saldrá de telas ya usadas y los podios serán confeccionados con restos de plásticos recogidos en el mar.
Japón, que se acuerda con nostalgia de las proezas tecnológicas de sus precedentes Juegos de verano, en 1964, también ha prometido el evento olímpico «más innovador de la historia».
«Tokio-2020 es una vitrina para mostrar las altas tecnologías de las que Japón puede presumir», decía hace poco la gobernadora de la megalópolis, Yuriko Koike, citando los transportes autónomos que transportarán a los visitantes en trayectos bien definidos.

Habrá también robots, aunque por ahora los modelos presentados por gigante del automóvil Toyota, patrocinador de los Juegos, no han convencido verdaderamente.
La llama olímpica partirá el 26 de marzo de 2020 de un centro de entrenamiento deportivo de la región de Fukushima, J-Village, transformado durante varios años en sitio de tránsito para los trabajadores de la central nuclear Fukushima Daiichi tras el accidente atómico ocurrido debido al tsunami de marzo de 2011.
El gobierno decidió esta elección con el objetivo de mostrar al mundo la reconstrucción de esta región del noroeste devastada, aunque está lejos de recuperar su población y su dinamismo de antes.
Persisten las dudas por otra parte sobre el costo de los Juegos, al que le llueven las críticas: está ahora evaluado en 11.000 millones de euros (12.300 millones de dólares).
Además de las peripecias ligadas al estadio y al logo, algunas dimisiones han manchado la imagen de los Juegos de Tokio. El ministro específicamente encargado del evento dejó su puesto tras varias meteduras de pata en declaraciones, mientras que el presidente del Comité Olímpico Japonés, Tsunekazu Takeda, renunció tras una denuncia contra él en Francia por corrupción activa en el marco de la atribución de los Juegos de 2020.

Información y Fotos: Tokio 2020
Por Octavio Paquini/@octavio_paquini
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